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En Su Biblia Lea Esto en Voz Alta: Tito 2:11-14 

Memorice Este Versículo:
Hebreos 10:24 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y las buenas obras”. 

Después Discuta Esto:  Como individuos ¿Qué cree usted que sean las buenas obras que Dios ha preparado por adelantado para que usted las haga? 

Algo Para Hacer Antes de la Próxima Vez:
En oración, pídale a Dios que le revele las buenas obras que El ha preparado para usted. 

Trabajo Escrito de Diploma: Escriba en una página el porqué el cuerpo de Cristo debe estar financiando las buenas acciones. 

Medite Palabra Por Palabra En Este Versículo: 
Efesios 2:10.

 

En la sección precedente vimos que cuando alguien se convierte al Cristianismo, ellos entran al Reino de Dios y logran acceder a los privilegios a los que tienen derecho todos los Cristianos.

Habiendo establecido que Dios nos prospera para llenar nuestras necesidades (no nuestras codicias), parece entonces que existe una segunda razón por la que Dios quiere prosperarnos, a saber, que tengamos dinero extra para invertir en las buenas acciones de su Reino.

Cuando alguien se convierte en Cristiano, el Espíritu Santo vendrá y vivirá en ellos y les guiará, tal como lo dicen los siguientes pasajes de la escritura: 

Juan 14:17: “pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”.

1 Corintios 6:19: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros...?

Romanos 8:11: “…, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.

Cuando alguien se convierte en Cristiano, como resultado de la permanencia del Espíritu Santo en él, su naturaleza es transformada en la naturaleza divina de Cristo porque el Espíritu Santo constantemente dirige a la persona a actuar de una manera similar a Cristo. Por ejemplo, hablando del Espíritu Santo, el mismo Jesús dijo en Juan 16:15: “...por eso dije que (El Espíritu Santo) tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

La principal característica de esta naturaleza divina es que el Espíritu Santo le inspirará al creyente hacia el amor, puesto que fundamentalmente Dios es amor (1 Juan 4:8). Romanos 5:5 habla de esta verdad de la naturaleza divina del amor que es dada a nosotros por el Espíritu Santo: 

“...porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

¿Así que cuál es la diferencia que hace este amor de naturaleza divina? ¿cómo puede un Cristiano que ahora vive su vida con un amor divino actuar diferentemente que un no-Cristiano que está limitado a vivir lo mejor que puede con un tipo de amor humano disminuido y corrupto? Un atributo del verdadero amor divino es que él siempre estará acompañado por, y expresado por, buenas acciones que son ejecutadas para glorificar a Dios y atraer a otros a El.

De la misma manera que cuando una buena semilla es plantada en el suelo producirá frutos, cuando el amor de Dios es plantado en el corazón de alguien, siempre produce buenas acciones. De hecho, a medida que usted revisa las escrituras buscando los buenos frutos, podrá descubrir que no solamente el amor, sino que la fe y la sabiduría también moverán a un Cristiano a realizar buenas acciones. 

Hebreos 10:24: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;”

2 Tes 1:11: “...y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder,”

Santiago 3:13: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.”

Seguramente habrá en todos los Cristianos la ansiedad de satisfacer este deseo de Dios, dado para vivir y actuar, y realizar acciones y expresiones de amor para glorificarlo y atraer a otros a El. No sólo individualmente, sino corporativamente, nosotros financiamos y realizamos buenas acciones, y podemos lograr mucho más juntos que si todos trabajamos y servimos por nuestros medios.

A medida que realizamos hechos personales y buenas acciones e invertimos nuestro dinero en objetivos corporativos que demuestran el amor de Dios, encontraremos nuestra verdadera naturaleza e identidades dadas por El.

Tito 2:14 es una brillante imagen de esto que enseña que Jesús ha redimido por su Padre a una nueva raza de pueblo que acostumbraba estar ansioso de pecar y de ser inicuo, pero que ahora está ansioso de hacer buenas obras. 

“...quien se dio a si mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”.

Así como  a todo Cristiano le ha sido dada una naturaleza que está ansiosa y deseosa de hacer buenas acciones y obras, Dios también le proveerá una salida y los medios para expresar este deseo. De hecho, Dios ha sido tan meticuloso en la planificación de las buenas obras en que cada uno de sus hijos debe andar, que antes de que fuéramos creados en el vientre de nuestras madres, y, de hecho, antes de que El creara el mundo, El lo planeó y lo formuló.

Puesto que Dios ha ido tan lejos para preparar estas buenas obras, seguramente es una obligación encontrar dónde es que están, ejecutarlas y también financiarlas e invertir sus dineros en ellas. La escritura que sigue de Efesios 2:10 muestra ambas cosas: el misterio de Dios que nos conoció y planeó nuestras vidas antes de que naciéramos y su llamado a sus hijos para que ejecuten buenas acciones. 

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Finalmente, habiendo demostrado previamente que Dios pone dinero en nuestras manos para llenar nuestras necesidades y no nuestras codicias, sabemos que El también pondrá dinero en nuestras manos para fundar las buenas obras que El desea que emprendamos. 

El siguiente pasaje de la escritura es tomado de la más grande disertación sobre el dinero que está en toda la Biblia; en él se manifiesta el deseo de Dios de prosperarnos para que podamos financiar estas buenas obras.

Podemos concluir, entonces, que el mismo Dios que infundió su espíritu en nosotros, que nos dio su naturaleza, que nos dio el deseo de hacer buenas obras y que planificó estas buenas obras antes de la creación del mundo, también nos soltará las finanzas para fundarlas. 

2 Corintios 9:8: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;”

 

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