HÉROE O FIASCO ¿
CÓMO NOS RECORDARÁN?


El gran evento de esa noche era el partido de futbol entre Alemania y la República Checa. Mi padre y yo cenamos temprano así que pudimos verlo en la TV.

Siempre recordaré al portero Checo. El jugó asombrosamente un buen partido; muchas veces evitó que los Alemanes anotaran. Su agilidad, coraje, anticipación de la jugada y sus nervios de acero, lo hicieron a mis ojos el gran héroe. Pero en el tiempo extra, cuando el partido estaba 1 a 1, no pudo sujetar el balón que el jugador Alemán disparó en sus manos, y esa fue la razón del porqué los Alemanes y no los Checos, recibieron la Copa Europea de manos de la Reina Elizabeth. Él no será recordado como un héroe sino como el hombre que falló en dar a la República Checa la victoria. Mientras que los Alemanes estaban bailando en el campo, abrazándose unos con otros, llorando de alegría y levantando sus brazos victoriosamente, este talentoso portero se sentó recargado en uno de los postes de la portería, con su cabeza hundida en sus rodillas. Nadie estaba ahí con él. Era el perdedor.

Me sentí profundamente conmovido por la imagen del portero derrotado. Todas sus grandes jugadas serán olvidadas, a la luz de un error que les costó a los Checos, la enormemente codiciada Copa Europea. A menudo me pregunto acerca de este “error final.” Después de una larga y fructífera vida, un evento desafortunado, un error, un pecado, un fracaso, puede ser suficiente para crear un recuerdo imborrable de derrota. ¿Porqué seremos recordados? ¿Por nuestros muchos actos de misericordia, generosidad, valentía, y amor o por un error que cometimos hacia el final? “Sí, él fue fabuloso, pero falló.” Sí, él fue una santa persona, pero pecó.” “Sí, ellos fueron grandes, pero al final nos decepcionaron.”

Algunas veces pienso acerca de la muerte antes del gran error. ¿Qué tal si los “santos” hubieran vivido más tiempo y no hubieran sido capaces de sujetar el balón en sus manos en el momento final? ¿Podría tan pequeño error haber reducido su santidad a la nada? Me aterra pensar de esta manera. Me doy cuenta que finalmente los seres humanos son muy volubles en sus juicios. Dios y sólo Dios nos conoce en nuestra esencia, nos ama bien, nos perdona totalmente, y nos recuerda por quienes realmente somos.

© Henri Nouwen


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