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Como Preparar  
Un Bosquejo  
Segunda parte
  

Primera parte

Ahora que ya tienes sintetizado el tema en un bosquejo que te servirá de guía al exponerlo a los hermanos, dedica tiempo a memorizarlo, meditarlo, vivirlo y visualizar en tiempos de oración el momento cuando vas a predicarlo. De esta forma el bosquejo pasará a tu corazón de una forma viva, se hará parte de ti y podrás entrar en la plena dependencia del Espíritu de Dios para fluir con libertad dentro de los márgenes que se han establecido y no divagarás o te dispersarás en otros temas que no son para esa predicación.

Es una combinación de orden y disciplina mental con un espíritu abierto para seguir los impulsos que pueden darse en el momento puntual de la predicación. Una de las indisciplinas clásicas es la de dispersarse con pensamientos y palabras que no vienen al caso, y alejarse de la verdad central que queremos exponer y fijar en los corazones de los hermanos. En este caso el bosquejo será una herramienta muy útil.

Sondea bien tu propio corazón para no caer en los engaños de la vanidad, la arrogancia, la prepotencia o en un concepto mas elevado de ti mismo que conduce a querer impresionar a la congregación.  No te extralimites. Predica la Palabra. Hazlo desde la unión con Cristo, en plena dependencia de él y la suministración de Su Espíritu. Mírate a ti mismo siempre en lo que afirmas, examina si hablas de teoría ajena a tu experiencia o por el contrario forma parte de tu vida. Sé honesto contigo mismo y con los demás.

En lo que sea posible no leas demasiados textos en la predicación, eso interrumpe el ritmo y enfría la atmósfera. Lee los textos clave y los demás cítalos de memoria. Sin embargo cuando estamos en una clase de enseñanza bíblica el ritmo es mas tranquilo y se pueden leer mas textos sin que ello perjudique la concentración. En una predicación es diferente, la velocidad es mas rápida y no podemos detenernos a leer continuamente.

La atmósfera y el clima espiritual de la congregación ejerce una influencia notoria en ocasiones a la hora de fluir con mas o menos libertad y ensanchamiento de espíritu. El predicador sensible notará rápidamente el nivel de libertad en el ambiente o la frialdad, la pasividad e indiferencia de las personas que escuchan el mensaje. La responsabilidad del predicador es buscar su propia libertad y anchura de espíritu, quitar los estorbos del corazón y las emociones manipuladoras del estado de ánimo para llegar en buenas condiciones al momento culminante de la predicación.

Si sabe y puede elevar la temperatura espiritual y de expectativa de la grey podrá exponer la verdad predicada con mayor eficacia y llegará mas hondo en buscar la atención de sus oyentes. No manipulando las emociones desde la hechicería, sino desde el fluir de la unción de Dios para liberar la verdad que liberta a los creyentes.

Cuando has acabado de predicar guarda tu corazón del engreimiento por la adulación de los hermanos y también del sentimiento de fracaso y frustración que puede invadirte. Pueden surgir sentimientos de culpabilidad por haber dicho algo que sabes que molestará a algunos hermanos, examina bajo la luz de tu comunión con Dios la verdad o la mentira de esos sentimientos y actúa en consecuencia.

Mantente en el equilibrio de las Escrituras. Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó: pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” (1 Corintios, 3).

Quédate en las manos de Dios, entrégalo todo a Él y no pienses demasiado en los resultados, el crecimiento lo da Dios.



El punto de vista sobre este tema tiene su base en los principios del Reino de Dios, sobre el fundamento de las Sagradas Escrituras, tal y como lo entiende el autor, haciéndose responsable único de aquellos aspectos en los cuales haya otras interpretaciones; y va dirigido en primer lugar a todos aquellos creyentes, nacidos de nuevo, y que forman parte del Cuerpo de Cristo.


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