Que
fácil es para
algunos inventarse otro Jesús. Por otra parte, no es nada nuevo,
está escrito
que cuando los hombres rechazan la verdad para ser salvos, Dios les
enviará un poder engañoso, para que crean la
mentira,
a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino
que se
complacieron en la iniquidad (2 Ts .2:10-12).
El hombre moderno
está muy predispuesto para poner oídos a la búsqueda de lo oculto, descifrar
misterios enterrados por siglos y pretender encontrar el elixir que da
respuesta a su deseo de eternidad, por eso tenemos hoy en las librerías una
proliferación de libros que indagan en el santo grial, los misterios de el
templo de Salomón y supuestas nuevas revelaciones que ponen en duda la
revelación escrita de las Sagradas Escrituras.
Uno de estos libros
que ha tenido un éxito desmedido, una venta desmesurada y que se ha convertido
en uno de los mas vendidos en la mayoría
de los países occidentales es “El Código Da Vinci” del autor Dan Brown. Picado
por la curiosidad del fenómeno me propuse leerlo y ver de primera mano que
tiene que lo hace un evento editorial.
He oído a los
expertos en literatura decir que el libro de Dan Brown no es gran cosa en su
forma y que además contiene errores históricos notables y a pesar de ello el
interés ha seguido aumentando hasta vender mas de 15 millones en todo el mundo;
en España se venden actualmente una media de dos mil libros por día, lo cual es
algo espectacular para los niveles de lectura de nuestro país. Ya se está
preparando una película y pronto volverán a saturarnos con el susodicho libro.
Todo esto me ha
llevado a analizar las partes mas controvertidas del mensaje que se transmite.
Lo primero que pude constatar es el descaro, la osadía y la sutileza vergonzosa
con la que el autor nos presenta a otro Jesús sacado de otras fuentes y ponerlo
a la altura de la búsqueda de la verdad en contraposición al engaño de la
iglesia primitiva. Los personajes que aparecen en la obra están enmarcados de
una autoridad fuera de toda duda, son grandes expertos y además sus fuentes son
fidedignas, capaces de hacer tambalear el edificio del cristianismo.
Hay que decir al
respecto que en algunos casos constatan la realidad innegable de que el
cristianismo a partir sobre todo del siglo IV fue inundado con paganismo y absorbió
muchos aspectos de los cultos precristianos. De esta forma, mezclando mentiras
con verdades intoxica las fuentes históricas de los evangelios para poner en su
lugar los evangelios gnósticos.
Para que os hagáis
una idea citaré algunas de las frases que aparecen en el mencionado libro.
“Durante los albores de la iglesia, sus representantes
mas poderosos engañaron al mundo, no le dijeron la verdad, y propagaron
mentiras que devaluaron lo femenino y decantaron la balanza a favor de lo
masculino” (pag. 157). Mas adelante se
explica que el apóstol Pedro tuvo celos de Maria Magdalena porque Jesús la
había escogido como su sucesora.
El profesor Teabing,
historiador de la religión y antiguo miembro de la Real Academia Británica de
Historia, según la novela, va a enseñar a Sophie, otro de los personajes
principales que encarna el papel de iniciada en los misterios del santo grial,
lo siguiente:
“La Biblia es un producto
del hombre, querida, no de Dios. La Biblia no nos cayó de las nubes. Fue el
hombre quién la creó para dejar constancia histórica de unos tiempos
tumultuosos, y ha evolucionado a partir de innumerables, adiciones y
revisiones… Para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más
de ochenta evangelios, pero solo unos pocos acabaron incluyéndose, entre los
que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan” (Pag. 288)
Luego dice: “Jesús era, para sus seguidores, un profeta
mortal… un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser mortal… la
divinidad de Jesús fue el resultado de una votación… Lo que quiero decir –cortó
Teabing- es que casi todo lo que nuestros padres nos han enseñado sobre Jesús
es falso” (pag. 290 y 292) Así se despacha y se queda tan a gusto.
Sobre Maria Magdalena
dice que era la mujer de Jesús y fue a ésta a quién dejó como responsable de
crear la iglesia cristiana, de ahí su rivalidad con el apóstol Pedro. Ambos
tuvieron una hija, Sarah, que llegó a emparentar con los reyes galos para
formar la dinastía merovingia con una descendencia secreta que llega hasta
nuestros días, cuyo personaje central en la novela, Sophie, se revela al final
de la obra como una de sus descendientes. En fin, todo un despropósito, para no
prestarle mucha atención sino fuera por la repercusión que está teniendo en
muchas naciones y por su próxima aparición en las pantallas de cine.
Lo que sale a la
superficie nuevamente es el viejo paganismo, las doctrinas gnósticas, cuyos
escritos y enseñanzas ya fueron desestimados por la iglesia primitiva. En un
lenguaje moderno, envuelto en las páginas de una novela exitosa, aparece la
misma estrategia de siempre: El engañador y mentiroso presentándose como amante
de la verdad, descubridor de los misterios ocultos y propagador de otro Jesús,
otro evangelio y otro espíritu; en definitiva, nada nuevo debajo del sol.
Fijándonos
en los
aspectos que mas nos interesan encontramos tres falsedades principales
en la
novela. Primero la deformación de la Persona de Jesús,
luego el ataque a las Sagradas Escrituras y además
la calumnia sobre el engaño transmitido por la
iglesia Primitiva. De un plumazo pretende cargarse los pilares
fundamentales de
nuestra fe, y una vez presuntamente aniquilados levantar otro edificio,
otro
Jesús, otro evangelio, sobre el fundamento de los escritos
gnósticos, los
principios de la Nueva Era y el resurgir del paganismo. Aunque el final
de la
novela es decepcionante, llega al vacío, a la nada, solo
leyenda, suposiciones
y fábulas, pero en el camino ha dejado una estela de dudas,
especulaciones y
razonamientos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2
Co.10:4,5).
El apóstol Pablo le
dijo a Timoteo que “vendrá un tiempo cuando no soportarán la sana doctrina,
sino que teniendo comezón de oír, acumularán para sí maestros conforme a sus
propios deseos, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos” (2
Timoteo, 4:3,4)
A los que aman la
verdad tal como nos ha sido transmitida por el mismo Señor y confirmada por los
que la oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales, como
por prodigios, y por milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia
voluntad (Hebreos, 2:3,4) (Lucas, 1:1-4) (Hechos, 1:1-5) (Hebreos, 1:1-4)
quiero compartirles lo siguiente.
Al pensar en lo
desproporcionado del éxito de esta novela (aunque bajo el epígrafe de “los
hechos” al comienzo de la obra se dice que “todas las descripciones de obras de
arte, edificios, documentos y rituales secretos que aparecen en esta novela son
veraces) vinieron a mi mente las palabras del apóstol Juan: “Ellos son del
mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de
Dios; el que conoce a Dios, nos oye, el que no es de Dios, no nos oye”.
Jesús nos dijo en
Mateo 24 que antes de su última venida vendrían muchos en su nombre diciendo
“Yo soy el Cristo” y engañarán a muchos. El invento de un Jesús mortal, casado
y con descendencia física es una obra de artesanía barata para diluir su
victoria gloriosa sobre todos los poderes del pecado y de la muerte; su triunfo
en la cruz sobre todo principado y potestad, exhibiéndolos públicamente en una
derrota humillante, para redimir a la Humanidad con una salvación que no
procede de ningún hombre ni de nuestra propia potencialidad interna, sino del
amor de Dios y Su bondad para con los hijos de los hombres. Jesús es la piedra
angular del edificio de Dios, que es su pueblo; es la cabeza de la iglesia. Esta
piedra que rechazaron los constructores es escogida y preciosa para Dios.
Jesús
preguntó a los
suyos en cierta ocasión “¿Quién dice la
gente que soy yo?”. Había respuestas
para todos los gustos, como hoy, pero el apóstol Pedro por
revelación de Dios dijo: “Tú eres el
Mesías,
el Hijo del Dios viviente” y sobre esta verdad inamovible
está edificada la
obra de Dios. Por esta confesión de fe desde el corazón
somos salvos.
Las Escrituras, los
66 libros que tenemos en nuestras Biblias, son atacados igualmente con
verdadera fiereza, y es que la espada del Espíritu es la Palabra de Dios, si
soltamos esta arma estamos a merced del enemigo; la fe viene por el oír la
Palabra de Dios y esta fe es un escudo contra los dardos de fuego del maligno;
si desaparece de nosotros esta fe levantada en nuestros corazones por la
revelación de Dios y del Espíritu seremos devorados sin misericordia por el
sistema de este mundo impío y su príncipe que ha venido a robar, matar y
destruir. Por tanto, la desgastada pregunta ¿cómo sabemos que la Biblia es la
Palabra de Dios? se responde así misma en la gran nube de testigos de todas las
generaciones que han encontrado en ella la verdad que los ha hecho libres y que
a vida eterna los ha conducido.
Los evangelios
gnósticos fueron desestimados por el conjunto de la Iglesia primitiva, no por
iniciativa del emperador Constantino, sino mucho antes ya habían sido
declarados ajenos a las enseñanzas de Jesús. Los evangelios históricos (Mateo,
Marcos, Lucas y Juan) son anteriores, escritos por testigos directos o por su
narración a otros como parece ser el caso del evangelio de Marcos, escrito por
lo oído al apóstol Pedro.
En cuanto a la
iglesia primitiva tenemos que decir lo siguiente: Nunca enseñaron que Jesús
fuera un hombre mortal, sino mas bien el Hijo de Dios hecho carne, que murió y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que está sentado a la derecha
del Padre. Fueron testigos de su resurrección y muchos de ellos dieron sus
vidas por este testimonio para transmitirlo a la siguiente generación.
Que a lo largo de la dilatada Historia de la
iglesia ha habido episodios desafortunados, mezcla con paganismo y malos
ejemplos de quienes tenían la responsabilidad de ser luz y sal en la tierra, no
me cabe ninguna duda, pero todo ello no anula la verdad de Dios. Como está
escrito “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso”.
Que la
institucionalización de la iglesia ha sido y es motivo de tropiezo para muchos
tampoco lo niego, pero ello no borra la verdad de un pueblo que Dios ha llamado
para ser hechos a la semejanza de Su Hijo. A pesar del clericalismo y la
religiosidad de apariencia hay un camino nuevo y vivo que Jesús nos abrió para
que podamos acercarnos al Trono de la gracia para que recibamos misericordia, y
hallemos gracia para el oportuno socorro.
Por tanto, no hay
excusa. Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, y hoy es día de
salvación para escapar de todo engaño y venir a la cruz del Calvario para
limpiar nuestros pecados con su sangre preciosa.
El edificio y la
obra que Dios está levantando de todas las naciones no se tambalea por la
novela de Dan Brown, aunque para muchos pueda ser motivo de confusión y engaño.
El fundamento de Dios está firme. Hemos sido edificados sobre el fundamento de
los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo la piedra angular del edificio. No
obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El
Señor conoce a los que son suyos, dijo el apóstol Pablo, y que se aparte de la iniquidad
todo aquel que invoca el nombre del Señor.
Así, pues, “El
Código Da Vinci” pasará, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Os
dejo con las palabras del apóstol Juan, que ya en su día, a finales del siglo
primero, tuvo que lidiar con las
doctrinas gnósticas.
“Amados, no creáis a
todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos
falsos profetas han salido al mundo. En esto conocéis el Espíritu de Dios; todo
espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo
espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este el espíritu del
anticristo, del cual habéis oído que viene y que ahora ya está en el mundo.
Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que
está en vosotros que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso
hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que
conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el
espíritu de la verdad y el espíritu del error” (1 Juan, 4:1-6).
En un próximo artículo
veremos la inspiración y el canon de las Escrituras. Para los que quieran
profundizar en este tema les recomiendo el libro “Una respuesta definitiva al
Código Da Vinci” del autor Ben Witherington III.
El punto de vista sobre este tema tiene su base en los
principios del Reino de Dios, sobre el fundamento de las Sagradas Escrituras,
tal y como lo entiende el autor,
haciéndose responsable único de aquellos
aspectos en los cuales haya otras interpretaciones; y va dirigido en primer
lugar a todos aquellos creyentes, nacidos de nuevo, y que forman
parte del Cuerpo de Cristo.
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Pastor
Virgilio Zaballos
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