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13. La Administración

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En Su Biblia Lea Esto en Voz Alta

Romanos 14:7

Memorice Este Versículo

Salmo 24:1: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan”.

Después Discuta Esto

¿El dinero que usted carga en sus bolsillos es suyo o de Dios?

Algo Para Hacer Antes de la Próxima Vez

Ore sobre su cartera, chequera y tarjetas de crédito, que usted pueda administrarlas para la gloria de Dios.

Trabajo Escrito de Diploma

Escriba en una cara sobre las implicaciones de ser un administrador del dinero de Dios. 

Medite Palabra Por Palabra En Este Versículo

1 Crónicas 29:14.

Después de haber visto en las secciones precedentes la determinación de Dios de bendecirnos y las advertencias y propósitos que vienen junto con esta abundancia, esta sección mirará a la responsabilidad que tenemos en cooperar con El en la liberación de sus bendiciones. Debe quedar fijo para siempre en nuestras mentes que si no estamos experimentando las bendiciones de Dios en nuestras vidas, luego el bloqueo es debido a nosotros, no a Dios. Las bendiciones de Dios han estado siempre fluyendo en nuestras vidas y su gracia y bondad han estado, están y estarán fluyendo hacia nosotros, pero nosotros tenemos la habilidad de bloquear sus buenos propósitos para nuestras vidas.

Esta sección particular mirará el área de la administración y cómo Dios nos está llamando a ser administradores en su Reino. La administración se da cuando alguien confía algo a otro para que la cuide mientras aún retiene la propiedad del artículo dado. Por ejemplo, suponga que usted viaja en una misión de corto plazo por 6 meses y le pide a alguien que le cuide su casa, luego esa persona vendrá a ser un administrador de su casa. En el área de las finanzas, la administración tiene los dos principios siguientes:

  1. Todas las cosas en último término pertenecen a Dios (incluyendo el dinero).
  2. El dinero que tenemos es, por consiguiente, de Dios y nosotros lo estamos usando en su nombre y para su beneficio.

Es un hecho bien establecido en las escrituras, que Dios en último término es el dueño de todo. Por ejemplo, el Salmista dice:

Salmo 24:1: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan”.

Salmo 89:11: “Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste”.

Levítico 25:23: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo”.

No solamente la tierra pertenece a Dios, sino que las escrituras declaran que todo ser humano pertenece a Dios. Aquellos que se han convertido en Cristianos pertenecen a Dios en un sentido único mucho mayor, desde que viven sus vidas para Dios y no para complacerse a ellos mismos. De ahí que tales características como el egoísmo y la independencia, con toda seguridad, deben agraviar a Dios que derramó su sangre y nos rescató de las tinieblas para que pudiéramos vivir para El.

Antes de que Dios creara el mundo, y antes de que ningún ser humano estuviera en el vientre de su madre, Dios había formulado un plan maestro para sus vidas para que pudieran caminar y encontrar el nivel de gozo más alto posible al entrar en él. Seguramente, todo Cristiano debe abandonar sus ambiciones, planes, egoísmos e independencia para poder abrazar las demandas y planes que Dios tiene para su vida.

Jeremías 10:23, dice: “Conozco, Oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.”

Romanos 14:7: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”

1 Cor. 6:19-20: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;”

En el hecho de que el mundo entero y toda persona le pertenece a Dios, está implícito que a El le pertenecen todo el dinero y todo el oro y todas las piedras preciosas y todas las posesiones. Esto significa que el pueblo de Dios debe renunciar a todas las demandas que tiene para usar su dinero a como le plazca, debido a que lo que ellos llaman como “Mi dinero ganado duramente” no es su dinero sino que verdaderamente es de Dios.

Así que siendo de Dios el dinero que está en nuestro poder, debemos ser muy cuidadosos en usar Su dinero de la forma que El quiere que lo hagamos. Esta forma de ver nuestro dinero como realmente siendo de Dios, es algo que pocos Cristianos se dan cuenta de que es cierto; sus hábitos dispendiosos y sus fallas en buscar a Dios y en la forma que usan su dinero muestran que ellos todavía tienen que renunciar a las demandas que tienen sobre el dinero que está en su poder.

David es un ejemplo brillante de alguien que entendió que todas las cosas en nuestras vidas pertenecen a Dios por lo cual debemos usarlas sabiamente en su beneficio. Cuando daba para la construcción del templo, él declaró en 1 Crónicas 29:14-16:

Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.

Un ejemplo más sobre el hecho de que nuestro dinero realmente es dinero de Dios es mostrado en Hechos 4:32, que describe un modelo de cómo los creyentes deben manejar sus posesiones y finanzas. Aquí, las escrituras declaran de la iglesia terrenal que: “…y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.” Los creyentes habían abandonado todas sus demandas y todos los derechos sobre el dinero y las posesiones que ellos poseían y, por consiguiente, estaban dispuestos a compartirlos al ser guiados por Dios.

Luego, podemos ver bíblicamente que todo en la tierra, toda la gente que está en ella, todas las posesiones y todo el dinero le pertenecen a Dios. Dios nos ha dado, sin pedir nada a cambio, Su dinero a nosotros para fomentar sus propósitos en la tierra. En consecuencia, así como la iglesia primitiva no reclamaba la propiedad sobre Su dinero o posesiones, tampoco nosotros debemos hacerlo, porque finalmente todo pertenece a Dios. El está disponiendo del dinero para desarrollar madurez, administración y un carácter como el de Cristo en sus hijos, y nos está llamando a utilizar su dinero con sabiduría.

Así que, ¿puede usted decir con sinceridad que usted considera que sus posesiones y dinero no le pertenecen a usted sino que a Dios? Si usted puede hacerlo, entonces usted comprobará la gran responsabilidad que significa velar por el dinero de Dios y ser un administrador fiel. Podría argumentarse que Dios está más interesado en tener hijos que son administradores que tener mocosos arruinados y que el dinero que El quiere colocar en nuestra manos está diseñado a desarrollar el carácter mas que mantenernos en una vida de lujos. El dinero llega parcialmente como una prueba de Dios, y la forma en que lo manejemos demuestra en gran medida la calidad de nuestra relación con El. Verdaderamente, ello separa a los hombres espirituales de los niños.

El punto final respecto a la administración es que debemos dar cuentas a Dios por la forma en que hemos hecho uso del dinero – esto es abordado en 1 Corintios 4:1-5. Primeramente, dice en el versículo 2: “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” Dios nos ha otorgado Su dinero como medio de desarrollar la administración y la hermandad entre sus hijos y es por eso que debemos ser cuidadosos y diligentes en utilizarlo.

Como Dios ha invertido Su dinero en nosotros, El está esperando el regreso de su inversión y es una responsabilidad respetable la que todos tenemos de administrar el Dinero de Dios para El. Nosotros no estamos administrando el dinero de la forma que creemos que es la mejor, sino que en nuestra mente debe estar establecido con gran reverencia que estamos administrando el dinero de Dios en la forma que El quiere.

En Segundo término, dice en el versículo 5: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá el elogio de Dios”. Como resultado de nuestra administración diligente, recibiremos realmente el elogio de Dios; una cosa es que nos alabe un profesor, un padre, una esposa o un Pastor, pero ¿puede usted siquiera imaginarse la escena del día del juicio cuando Dios cante los elogios de aquellos que han sido buenos administradores de sus regalos, unciones y dinero?.

Lamentablemente, para aquellos que no han sido administradores diligentes del dinero de Dios, no lo tendrán a El cantándoles sus elogios, y no importando si han sido Pastores, Ancianos, Diáconos o Predicadores. Si ellos no han sido buenos administradores, tendrán que enfrentar un día de rendición de cuentas.

 

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