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7. Ni Gente Rica, Ni Gente Pobre

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En Su Biblia Lea Esto en Voz Alta

Deuteronomio 15:4-6.

Memorice Este Versículo

Hechos 4:34: “Así que no había entre ellos ningún necesitado”.

Después Discuta Esto

¿Debe ver la iglesia extremos mucho más pequeños de riqueza que el mundo?

Algo Para Hacer Antes de la Próxima Vez

Si es posible, haga algo para bendecir a una persona extremadamente pobre.

Trabajo Escrito de Diploma

Escriba una página sobre la referencia que hace Paulo en relación a la igualdad en 2 Corintios 8:13.

Medite Palabra Por Palabra En Este Versículo

2 Corintios 8:13.

 

Aquellos que están dentro del Reino de Dios y que reciben lo mejor de Dios para sus finanzas, no solamente tienen sus necesidades satisfechas, sino que invierten su dinero excedente, una vez que han sido pagadas sus necesidades, en la extensión del Reino de Dios. Paulo le dice a Timoteo que encuentre contentamiento con la comida y el vestido (1 Timoteo 6:8); y si cada Cristiano hiciera esto mismo, ellos tendrían de sobra para invertir en las buenas obras del Reino de Dios.

En consecuencia, aquellos que están dentro del Reino de Dios deben estar en una comunidad económica de amor y estabilidad, en que sus hermanos y hermanas en Cristo están tratando, y financieramente entregando sus dineros, de erradicar la pobreza de entre el pueblo de Dios.

Seguramente, entonces, es un escándalo que haya gente en el Reino de Dios que están en una necesidad genuina, y que no son ministrados por sus más ricos hermanos y hermanas en Cristo. Con cada persona en el Reino, participando financieramente e invirtiendo su dinero en las buenas obras y actos de amor entre sus hermanos y hermanas, la pobreza no podría más acechar al Reino de Dios.

La erradicación de la pobreza suena demasiado bueno para ser verdad, pero en ambos, el Viejo y el Nuevo Testamento, podemos ver que ésta es la meta que precisamente Dios quiere que su pueblo asuma.

En el Viejo Testamento habían varios mandamientos concernientes al dinero y en particular el mandamiento de cancelar las deudas cada 7 años de que se habla en Deuteronomio Capítulo 15, y el mandamiento de diezmar, en el capítulo 14. Es en el contexto de estos mandamientos que Dios revela su intención de que no haya pobres entre el pueblo de Dios. Sin embargo, a como se indica abajo, esto sólo puede ser logrado por medio del pueblo de Dios, todos participando y obedeciendo los mandamientos que Dios ha dado acerca del dinero.

Más adelante, en Deuteronomio Capítulo 28, además vemos que, efectivamente, la participación y la obediencia conducirían al pueblo de Dios a ser la comunidad más próspera de la tierra.

Deuteronomio 15:4-5: “para que así no haya en medio de ti mendigo; porque Jehová te bendecirá con abundancia en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la tomes en posesión, si escuchares fielmente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te ordeno hoy”.

Deuteronomio 28:1-2: “…también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios”.

Esta meta de una comunidad económica donde la pobreza es erradicada efectivamente, viene pasando por la gloriosa iglesia primitiva. Con el amor de Cristo derramado en sus corazones por el recién enviado Espíritu Santo, la iglesia primitiva estuvo ocupada dándoles a aquellos en una genuina necesidad.

A como manifiestan las 2 escrituras de abajo, cuando aparecía una necesidad entre los hermanos, aparecían otros hermanos para sobrellenar las necesidades. Note como los hermanos ricos tomaban seriamente sus responsabilidades de ayudar a sus hermanos más pobres. Diferentemente que una gran cantidad de Cristianos ricos de hoy, ellos preferían invertir sus excedentes de dinero en las almas preciosas de los hijos de Dios, completamente opuestos a las posesiones mundanas.

Hechos 2:45: “Y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”.

Hechos 4:34-35: “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles…”

Habiendo visto la responsabilidad de los Cristianos ricos en la iglesia primitiva, podemos decir que justamente así como no debería haber gente indigente en el Reino de Dios, tampoco debería haber gente excepcionalmente rica.

Seguramente, el caso debería ser que todos los Cristianos ricos sean compelidos, por el amor de Cristo que ha sido vaciado en sus corazones, a compartir sus riquezas con sus hermanos y hermanas indigentes. Por ejemplo, el Apóstol Juan preguntó cómo alguien que era rico, y se preciaba de ser un Cristiano, cuando llegaba la oportunidad, podía fallar en compartir sus riquezas con un hermano o una hermana en indigencia.

1 Juan 3:17: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

Claramente, cada uno en el Reino de Dios nunca tendrá exactamente el mismo ingreso, y el mismo Jesús habló de que esas bendiciones son dependientes de nuestra fidelidad (Mateo 25:10-30). Sin embargo, mientras existan en el mundo extremos agudos de pobreza y riqueza, éstos no deben existir en el Reino de Dios y aquellos que están adentro del Reino deben estar en un ambiente de amor y de seguridad financiera fraternal.

Esta idea del Reino de Dios inclinado hacia la igualdad, y lejos de los extremos de la riqueza, es ilustrado por Paulo en su gran disertación sobre el dinero en 2 Corintios, Capítulos 8 y 9.

Paulo le argumenta a los Corintios que al ayudar a los santos necesitados en Jerusalén por medio del compartimiento de sus riquezas, un día ellos retornarán el favor cuando aparezca la necesidad. Note que la palabra “igualdad” es usada dos veces.

2 Corintios 8:13-14: “Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad”.

La humanidad caída, egoísta, de naturaleza de corazón frío, ha producido extremos terribles de riqueza que constituyen una acusación escandalosa contra la pobreza moral del hombre.

Sin importar la variedad de sistemas políticos tratando de erradicar estos extremos, todos han fallado al no haber cambiado la naturaleza egoísta del hombre. Solamente el amor de Dios sembrado en el corazón de los hombres es el que permitirá ver una igualdad más grande de la riqueza.

 

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